La Agricultura Familiar Campesina en Chile y el mundo
En el marco del Año Internacional de la Agricultura Familiar, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) propuso la siguiente definición: “La agricultura familiar es una forma de organizar, la producción agrícola y silvícola, así como la pesca, el pastoreo y la acuicultura, que es gestionada y dirigida por una familia y que en su mayor parte depende de mano de obra familiar, tanto de mujeres como de hombres. La familia y la explotación están vinculadas, co-evolucionan y combinan funciones económicas, ambientales, reproductivas, sociales y culturales”.
La FAO ha destacado la importancia de la pequeña agricultura familiar para el futuro del planeta: “La agricultura familiar es la forma de agricultura predominante en países desarrollados y en desarrollo. Hay más de 500 millones de explotaciones agrícolas familiares en el mundo. Los agricultores familiares abarcan desde pequeños productores hasta agricultores de mediana escala, y comprenden campesinos, pueblos indígenas, comunidades tradicionales, pescadores, agricultores de zonas montañosas, pastoriles y muchos otros que representan a todas las regiones y biomas del mundo".
“Ellos gestionan sistemas agrícolas diversificados y preservan los productos alimenticios tradicionales, lo cual contribuye a obtener dietas equilibradas y a salvaguardar la agrobiodiversidad mundial. Los agricultores familiares se integran a las redes territoriales y a las culturas locales, gastando sus ingresos principalmente en los mercados locales y regionales y generando con ello numerosos puestos de trabajo agrícolas y no agrícolas. Es por esto que los agricultores familiares poseen un extraordinario potencial para avanzar hacia sistemas alimentarios más productivos y sostenibles si cuentan para ello con el apoyo de los entornos normativos”.
En Chile existen diversas instituciones de apoyo a los pequeños agricultores, pero en muchos de los casos esos recursos son escasos, no llegan en su totalidad a los agricultores y/o no tienen sus objetivos consensuados con los beneficiarios.
Por eso, es necesario que los estamentos del Estado orientados a la agricultura tengan un enfoque claro, promuevan programas y acciones decididas y decisivas para apoyar la pequeña agricultura familiar, un ámbito de la economía nacional y mundial que tiene mucho más importancia de lo que se sabe y divulga.
Algunos argumentos citados por la FAO que destacan la importancia de la pequeña agricultura familiar:
“Más del 90% de los 570 millones de granjas agrícolas del mundo tienen una gestión individual o familiar y dependen sobre todo de mano de obra familiar".
“Las explotaciones familiares producen más del 80% de los alimentos en el mundo en cuanto al valor, confirmando la vital importancia de la agricultura familiar en la seguridad alimentaria mundial actualmente y para las futuras generaciones".
“La gran mayoría de las granjas del mundo son pequeñas o muy pequeñas. Granjas de menos de 2 hectáreas representan el 84% de todas las granjas y controlan solamente el 12% de las tierras agrícolas. Muchas de las granjas más grandes son también de propiedad familiar".
“Políticas públicas que reconozcan la diversidad y complejidad de los retos enfrentados por los agricultores familiares son clave para acabar con el hambre y alcanzar sistemas agrícolas y alimentarios eficientes e inclusivos”.
Actualmente la situación de la pequeña agricultura familiar en Chile es compleja, ya que sufren la presión en costos, fuentes de riego, precios y tierras de parte de las grandes empresas del agro, la mayoría orientadas a la exportación.
Lo más preocupante, considerando la importancia de la pequeña agricultura familiar destacada por la FAO, es que las nuevas generaciones están abandonando el campo, los padres suelen vender sus propiedades a grandes o medianas empresas y se corta el ciclo de este sector fundamental para la alimentación y conservación del medio ambiente.
Esas nuevas generaciones dejan de ser productores independientes como sus padres y abuelos, y generalmente se transforman en mano de obra más o menos especializada, quedan sin tierras tras la venta de las mismas a empresas del agro o forestales y engrosan los suburbios de las grandes ciudades.
El éxodo del campo a la ciudad es un fenómeno mundial que está perjudicando la economía de los países, el medioambiente y precarizando la calidad de vida en esos mismos grandes centros urbanos. Al paso que en el campo van desapareciendo las pequeñas propiedades y esas tierras se van sumando a grandes conglomerados agroindustriales y forestales que con sus monocultivos empobrecen los suelos, agotan las fuentes de agua y desatan la aparición de plagas antes inexistentes porque había diversidad de cultivos, lo que al final beneficia a empresas de agroquímicos y monopoliza la producción, distribución y venta de alimentos de dudosa calidad por su gran acumulación de productos químicos en los cultivos a gran escala.
Es urgente que la importancia de la pequeña agricultura familiar sea valorada y dimensionada en su papel fundamental para el desarrollo del país. Es necesario un cambio de enfoque total, privilegiando a esos pequeños productores con innovadores programas de apoyo no solo para la producción, sino también para la distribución y comercialización. Un cambio de enfoque y políticas que no se contenten en estar correctas nominalmente, en el papel, sino que produzcan un efecto real y de impacto en la vida rural del país, haciendo así más atractivo para las nuevas generaciones las labores y producción en el campo, evitando o disminuyendo la migración a las grandes ciudades y el despoblamiento de los campos.